En el pasado, los gatos fueron adorados como dioses y todavía no lo han olvidado |
Cuenta una leyenda que los egipcios perdieron la ciudad de Pelusio {conocida hoy como Puerto Saíd}ante los persas porque sostuvieron gatos frente a sus escudos, sabiendo muy bien que los egipcios eran incapaces de lastimar a este animal sagrado Esto demuestra que quien gana una batalla no el que tiene las mejores armas, sino la mejor información. Pero además nos da otros ejemplo del respeto que los antiguos egipcios tenían para con los gatos. Si se han preguntado el por qué, la respuesta está en la diosa Bastet, también llamada Bast.
Esta diosa era la encargada de proteger los hogares y otorgar armonía y felicidad. Representaba la alegría y su forma era la de un gato doméstico, a quienes los egipcios consideraban era manifestaciones de esta tan adorada diosa. A veces también se la mostraba como una mujer con cabeza de gato, un tocado ,un collar en su cuellos y un pendiente de oro, y cargando un instrumento musical, ya que se creía que disfrutaba mucho ver a los mortales tocando música y bailando en su honor, expresando la dicha de vivir.
Bastet también era la protectora de las embarazadas y los nacimientos, y se encargaba de mantener alejada a las enfermedades y los malos espíritus. Sin embargo, tal como el gato que la representa, era algo impredecible, y a pesar de ser una diosa pacífica, cuando Bastet se enfadaba, se liberaba la fiera que llevaba dentro y se ira podía llegar a ser feroz.
En su aspecto guerrero, era una leona de piel color verde, asociándose a la luz del sol.
En su honor se construyó la ciudad de Bubastus {Zagazig} y después allí proceden los cientos de gatos momificados que conocemos hoy. Los gatos eran criados en los templos dedicados a Bastet, y al morir, eran momificados enterrándolos en tumbas específicas para ellos. Podemos encontrar necrópolis felinas en Bubastis, Saqqare, Tanis, Beni Hassan y Tebas.
Dentro de los ritos dedicados a Bastet, estaba la "La Fiesta de la Embriaguez" en Busbastis, donde se bebía y bailaba en su honor, lo que evitaba que la diosa se volviera una leona enfurecida y tomara represalias.
¡Qué viva la diosa Bastet!
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